La obsesión por ser el mejor desde muy pequeños

Maticemos el título. Habría que decir más bien «la obsesión de los padres por que sus hijos sean los mejores», ya que un niño con 6 años cuyos padres quieren que haga un examen de nivel de español (recomendado para mayores de 11 años) no creo que todavía sea muy consciente del mundo en el que vive y se está criando.

Se me ha ocurrido escribir esta entrada a raíz de una problemática que compartía conmigo mi mujer. Resulta que en el colegio en el que trabaja los padres de una niña de 7 años quieren que esta haga un examen de nivel A1 escolar. ¿El motivo? Hacer que su hija destaque desde muy pequeña entre sus compañeros, que tenga algo que el resto no tiene. A la hermana, de 4 años, también la llevan por un camino parecido; las dos suelen estar ocupadas hasta las 9 de la noche, incluyendo fines de semana. Posiblemente estas niñas compartan el aprendizaje de español con el del inglés, violín y hasta un poco de ballet. Ser un niño en China implica que, después del colegio, tus tardes no tengan mucho espacio libre para dejar de aprender algo.

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Este hecho es algo común, de acuerdo al testimonio de otros profesores con los que he hablado. Padres que se ponen en contacto contigo y quieren que les prepares al niño o niña en cuestión para que haga tal o tal examen. La escena que se suele producir es la siguiente: el niño pasa, en principio no le interesa mucho, solo quiere descansar o jugar, y no ponerse a estudiar español a las cuatro de la tarde, cuando hace menos de una hora que ha vuelto del colegio. Pero, ¿qué se puede hacer? De hecho yo por mi parte me he negado a seguir formando parte de esto y prefiero centrarme en las clases en la universidad, pero hay profesores a los que no les queda más remedio, porque su ámbito de trabajo es el escolar.

Me apenan un poco estas nuevas generaciones, que se hacen mayores con demasiadas responsabilidades, en una sociedad que reserva los mejores espacios para los mejores, y ser el mejor en este país no es nada fácil; el camino empieza muy temprano, quizás demasiado. El alto ritmo al que crece China ha hecho que la clase media avance a pasos agigantados. Esto produce, a su vez, que estos nuevos padres, no habituados a alcanzar tales cotas, quieran lo mejor para sus hijos y, con la mejor intención del mundo, llenan las tardes de sus hijos para que en el futuro sean los mejores. ¿Puede que sea yo, desde mi modo de pensar occidental, el que, simplemente, no lo entiende? No sé, pero ahora que estoy casado y que puede que no muy tarde comience a tener hijos, no sé si estoy preparado para que mi hijo se desarrolle en un entorno tan competitivo.

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Pero, ojo, esto no es algo exclusivo a los padres chinos. El año pasado comencé a dar algunas clases a los hijos de una pareja con padre estadounidense y madre china. Estos niños, con pasaporte americano, aprendían al mismo tiempo piano, inglés, español, cantonés y algo de tenis. Incluso veía fotos de los chavales en un equipo de béisbol. No sé si es que mi infancia fue muy «paradita», pero creo que tan mal no he salido para no haber hecho casi nada de esto por la tarde. Como mucho unas pachangas en el polideportivo y un poco de inglés e informática.

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¿Quién no ha pasado por una de estas?

No quiero que se perciba que este artículo está escrito desde un punto de vista negativo. Solo expreso mi sorpresa ante esta tendencia de las clases media y alta chinas a poner el foco en la formación de sus hijos, a toda costa, pagando cualquier precio. Para muchos esta es una muestra de lo preocupados que están los padres por sus hijos y un ejemplo de buena educación y formación, para otros es un estrés quizás demasiado prematuro. Lo cierto es que es algo cada vez más frecuente, porque cada vez hay más dinero en las familias y qué mejor que gastarlo en que tu descendencia esté a la altura, y más en un país que apunta tan alto como China.

«Antes de ser un dragón, hay que sufrir como una hormiga».

Lugares con encanto en Hong Kong: Dragon’s Back

Shenzhen ofrece muchas ventajas. Una de ellas no se encuentra precisamente en Shenzhen, sino más allá de sus fronteras; Hong Kong, pese a pertenecer oficialmente a la R.P. China como región administrativa especial, supone otro mundo para todos los que vivimos en la China continental: necesidad de cruzar la frontera visado especial, moneda diferente… incluso los enchufes no coinciden. En resumen, se nota notablemente la herencia británica en la región, sobre todo en la tan característica circulación por la izquierda.

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Y en la cantidad de buses con dos plantas que circulan por la región.

 

Desde Shenzhen hay varias maneras de entrar en Hong Kong:

 

– En coche, cruzando la frontera a pie y tomando un bus o taxi al cruzar. También hay opción de entrar en monovolumen privado sin necesidad de bajar del coche.

– En metro. Necesitas cruzar la frontera a pie y tomar el metro a continuación.

– En ferry. De nuevo cruzas la frontera a pie y tomas el ferry.

En movidas de helicópteros y tal no me meto porque no llevo a ese nivel.

 

Una buena escapada, y muy típico plan entre extranjeros, es la opción de hacer hiking (vamos, caminata por la montaña) en alguno de los parajes que ofrece Hong Kong. Uno de los tramos más fáciles, bonitos y recomendables es el Dragon’s Back, al sureste de la región. Concretamente se encuentra cerca de la última parada de metro al este de la línea azul en la isla de Hong Kong, que cruza de oeste a este, y viceversa, la zona sur de la Hong Kong. La parada se llama «Chai Wan».

Desde que cruzas a Hong Kong desde la frontera de Hong Kong se tarda aproximadamente una hora y media.

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Nosotros optamos por pillarnos un hotel para pasar una noche por la zona, para no andar con prisas y aprovechar para ir a la playa, que se sitúa al final de la ruta.

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El clima aquí permite pasar un día de playa prácticamente desde marzo hasta noviembre, y para los más valientes cualquier momento del año es idóneo.

No tuvimos suerte durante la ruta para disfrutar de las impresionantes vistas que se pueden observar durante el trayecto, ya que nos pilló un día con nubes muy bajas que hacía que prácticamente las atravesásemos durante la caminata.

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Había momentos donde acojonaba un poco, ya que nos encontrábamos rodeados de nubes por todas partes y apenas había visibilidad. De hecho, donde deberíamos haber visto estampas como esta:

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Veíamos esto:

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El lado positivo es que la estampa le otorgaba tintes épicos a la jornada.

 

La playa de Shek O, al final de la caminata (bueno, tienes que atravesar unos 20 minutos por una carretera con poco espacio para los peatones, o pillar el bus 9, que pasa por allí), es digna de ser visitada por sí sola, así que hemos pensado repetir otro finde solo de playa.

Me han comentado que hay varias rutas diferentes; unas más complicadas, con mejores o peores vistas… Pero, en definitiva, suponen una gozada para los amantes de este tipo de escapadas. En el caso de Dragon’s Back en unas 2 horas se puede completar perfectamente a ritmo normal.

¿Lo mejor? Si eres de Shenzhen no hace falta vivir en Hong Kong para disfrutar de ella, solo coger el pasaporte, echar un par de horas matando el tiempo en el metro y a gozar.

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«No temas ser lento, teme solo a detenerte.»

Si esto te hace gracia tengo una noticia para ti: eres un poquito racista

Si eres de lo que piensa que la mujer, por una razón divina, es la que debe encargarse de limpiar la casa y de cocinar… eres machista. Ojo, no estoy descalificando, ya que no lo considero un insulto, solo diciendo lo que eres. Yo a veces (muchas) peco de machista y mucha gente se comporta y piensa de un modo machista. Algo a nuestro favor es que en gran medida no es nuestra culpa; es decir, nos hemos criado así y es muy difícil cambiar un comportamiento que prácticamente ha sido adquirido desde la cuna. Pero, el ser humano, al igual que es un ser vivo capaz de elegir cuándo comer (y si come o no), también es capaz de cambiar comportamientos adquiridos. Así pues, hoy en día nos encontramos con hombres y mujeres que han modificado su manera de pensar y de actuar para que su día a día un poco menos machista, aunque lo siga siendo en varios aspectos. Pero no quiero en esta entrada hablar de machismo, ya que hemos tenido suficiente con el bombardeo mediático del 8M. Hoy quiero hablar de racismo, y es que, como toda palabra que acabe en -ismo, da un mal rollo y un no sé qué por el cuerpo que nos llena de testosterona y de ganas de bronca que no hace más que encantarme, como a cualquier tocapelotas que se precie.

Como buen filólogo y amante de la lengua española (que no castellana, pero eso es otra historia que también me chifla), siempre soy dado a mirar en mi querido DRAE (Diccionario de la Real Academia Española de la lengua) las acepciones. Para «racismo» encontramos lo siguiente:

 

racismo.

De raza1 e -ismo.

1. m. Exacerbación del sentido racial de un grupo étnico que suele motivar

la discriminación o persecución de otro u otros con los que convive.

 

Pongamos un supuesto práctico. Imaginemos que una famosa comediante acude a un programa de discutible fama para hablar de un viaje que ha hecho a Etiopía. Pongamos que dedica parte de su intervención a hacer chistes de mal gusto sobre los negros. Que si iban en taparrabos, que si por la noche no se les podía ver… Yo creo que todos los no que no estemos afiliados a Falange pensaríamos, «qué mal gusto, ¿no?», «¿Como sale esto a estas alturas en televisión»? Lo peor no es eso. Imaginad que todo el público y media España se ríe a carcajadas. Pensaríamos que hemos vuelto a los años 80, donde la ignorancia sobre estos temas hacía comprensible que hubiera un «Día del subnormal», entre otras bizarradas que hace 30 o 40 años era lo más normal del mundo. Pero como el desconocimiento de la ley no exime de la multa, hay que decir que éramos bastante racistas. Eso sí, debido a la mera ignorancia.

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Lo mismo que he expuesto de manera imaginaria sobre los negros ha ocurrido en la realidad con los chinos. Cambiad taparrabos por ojos rasgados y la oscuridad con la «guarrería» y ahí lo tenéis. Es lo que ocurrió según he podido ver en las redes con Paz Padilla en El Hormiguero, ese programa que tiene una sección con una china que habla de China y de los chinos como si viniera de Marte (no sé cómo se presta a eso la chica, será cuestión de dinero, como siempre).

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«Las divertidas experiencias» de una mujer que supongo que habrá ido con guía privado y se habrá hospedado en hoteles de 5 estrellas. Una mujer que habrá visto a un niño sin pañal meando en una alcantarilla o a un hombre escupiendo y le habrá parecido Kosovo en los 90. Para ahorraros la visualización de este denigrante material audiovisual, os lo resumiré en:

 

«¿qué es lo más raro que te ha pasado?». Pregunta Pablo Motos, afirmando que si vas a China no van a parar de ocurrirte cosas raras.

«Wawawawa». Paz Padilla imitando a los chinos hablando. El equivalente en negros sería «mongo cotongo», para que se entienda.

«Si te paras por la calle mueres aplastado». Afirmando y exagerando que en China hay muchííísisisima gente por la calle vayas donde vayas. Eso sí, es un país con una mayor densidad de población, eso es innegable.

«Las chinas lo tienen todo igual que los ojitos». Esta frase solo la he seleccionado por su mal gusto.

«Le quería echar una foto a una china cagando». Como quien va de safari. Eso lo achacaré al cociente intelectual de la mujer (dato que desconozco), porque otra explicación no se me ocurre en este momento.

 

El análisis lo dejo a gusto del consumidor. Por mi parte diré que si algún día los chinos nos invaden de verdad nos lo tendremos merecido. Y todo esto viene de un pueblo, el español, que puede estar tan orgulloso de su raza como para exagerar su sentimiento de pertenencia (tal y como podemos leer en la acepción anterior del DRAE) por causas tan honoríficas como la corrupción, el desempleo o la censura; a quién le preocupa esto cuando podemos reírnos de un individuo de ojos estrechos y sentirnos tan superiores por ello.

Como he dicho anteriormente, lo más grave no son estos minutos en pleno horario de máxima audiencia (prime time, si lo prefieres más cool). Lo peor es que todo el público y medio país reía estas gracias. Sinceramente quizás me he pasado con lo de racistas, así a pelo, sin explicarlo. Creo que lo que ocurre es lo que ocurría cuando se celebraba el Día del subnormal en los 80: ignorancia o falta de contexto. Algún día echaremos la vista atrás y diremos «joder, cómo éramos en el 2018», pero ahora hay que aceptar una realidad innegable, y es que la gente que se monda con estas patochadas es racista, y si a ti te hace gracia, también lo eres. Pero no pasa nada, tengo amigos y conocidos que se comportan de un modo machista y los quiero igual, los acepto y se aceptan como tal y aquí no pasa nada. Lo importante es ser consciente de lo que eres, y si eres racista, al menos ya lo sabes. Pero, un momento, ¿es el racismo con los chinos menos grave que el racismo con los negros? ¿Por qué nos hace tanta gracia el pueblo chino?

Yo soy el primero que cada vez que voy a España cuento algunas anécdotas, porque es inevitable, y en mi día a día aquí salen cosas por mi boca lamentables. Pero no dejan de ser anécdotas basadas en una curiosidad (y encontronazo) por ciertas diferencias culturales. Otra historia muy diferente es hacer bromas de mal gusto para hacer la gracia fácil; ya son 3 años en China, y los dos primeros puede que dejara pasar ciertas bromas, pero llega un momento, sobre todo cuando tienes amigos chinos tanto en China como en España, en el que ya se hace pesado escuchar siempre lo mismo. Y si yo me siento así, no me quiero imaginar cómo se siente un chino en España.

Lo dicho, al ser producto de la ignorancia quizás debamos dejarlo estar, pero es importante empezar a darse cuenta de ciertas actitudes.

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«Corrige tus errores, si los has cometido, y guárdate de ellos si no has cometido ninguno».

Los universitarios chinos desde el punto de vista de los estudiantes chinos

La ley del mínimo esfuerzo ha llegado a este blog, y es que hoy no traigo un artículo de mi cosecha, sino que quiero transmitir las impresiones de un grupo de estudiantes que ha escrito un artículo que ha parecido bastante interesante, así que quiero compartirlo con todos vosotros. Ahí va:

 

¿Cómo son los universitarios chinos?

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En China no importa si las universidades son buenas u ordinarias, los tipos de universitarios se pueden dividir a grandes rasgos en los siguientes:

1. Los que atienden mucho en clase. Estos estudiantes interactúan frecuentemente con los profesores, se sientan normalmente en las primeras filas del aula, siempre hacen los deberes a tiempo y, además, ayudan cordialmente a sus compañeros. Generalmente son ambiciosos y están motivados; se esfuerzan mucho en su camino. Se quedan con frecuencia en la biblioteca, aprovechan la mayoría del tiempo para estudiar. Por eso, suelen ser los ganadores de las becas y de diversos tipos de premios.

2. Los más desocupados. No adelantan nada, se ausentan muchas veces o se quedan pasmados y distraídos en clase. En el tiempo libre suelen ir al cibercafé o dormir en sus dormitorios. Normalmente no saben qué hacer ni tienen metas. A veces se reprochan a sí mismos, pero luego siguen siendo iguales; desperdician un montón de tiempo y tienen un concepto erróneo sobre el estudio, ya que piensan que no sirve para nada.

3. Los que no se esfuerzan tanto como los del primer tipo ni detestan el estudio como los del segundo tipo. Son los estudiantes más comunes en las universidades ordinarias. Estudian en clase, pero rara vez hacen preguntas. Además, no emplean mucho tiempo en su carrera y están confusos. No solo se sienten ansiosos por su futuro, sino que también les da vergüenza ser mediocres. Sin embargo, tienen un mal autocontrol y les es bien difícil tomar medidas para cambiar su estado actual.

4. Los que son muy especiales. En comparación con los más «precipitados», tienen una visión a largo plazo, no están condicionados por la universidad o las clases. Les fascinan otros campos en lugar de sus carreras. Aprovechan el tiempo para estudiar lo que quieren durante la vida universitaria. No estudian con mucha dedicación en clase y, como resultado, no consiguen una nota muy destacada ni consiguen la atención de sus profesores. No obstante, la mayoría de ellos poseen muchas ideas se atreven a explorar más cosas que no ofrece la clase. Además, tienen mucha creatividad. A lo mejor no so notables en la universidad, pero por lo general encontrarán un puesto que les guste cuando se gradúen.

Debemos aclarar que en las universidades buenas los estudiantes del segundo tipo son mucho menores que los que encontramos en las universidades más ordinarias.

*Breve apunte por mi parte (Alex): en China tiene mucha importancia el prestigio de una universidad, y se nota bastante la diferencia, por ejemplo, en el nivel de los estudiantes, principalmente motivado por la motivación que poseen los mismos.

 

Problemas de los universitarios

Uno de los problemas más graves es que muchos estudiantes, como nosotros, no tienen metas, o sea, no están seguros de qué van a hacer con sus vidas. La razón principal es que no tienen objetivos antes de matricularse en la universidad; el único objetivo que tenían era cumplir con las tareas asignadas. Estudiaban con mucha atención y se esforzaban mucho para tener una buena nota para poder estudiar en una buena universidad. La generación pasada solía decirnos que deberíamos esforzarnos muchísimo en el Bachillerato porque estaríamos libres en cuanto entráramos en la universidad. Esto causa que muchos estudiantes sean muy estudiosos, pero están totalmente relajados y sin metas claras en la universidad.

Otro problema es que poseemos poca habilidad práctica. Como sabemos, la universidad es muy importante para aprender las habilidades y conectar con la sociedad. Pero, como universitario, ¿te has preguntado alguna vez si el conocimiento que has aprendido es competente para el trabajo futuro? ¿Puedes realmente integrarte en la sociedad? La respuesta de la mayoría es «no sé». ¿Por qué ese existe tal fenómeno? Quizás porque el sistema educativo universitario se centra más en inculcar conocimientos y menos en el cultivo de las habilidades. De hecho, hay una cierta diferencia entre lo que los profesores imparten y la aplicación práctica. Los estudiantes pueden sacar buenas notas en la escuela, pero no saben qué hacer cuando se gradúan. Por ejemplo, nosotros, los estudiantes de español, hemos estado tres años y pico estudiándolo, pero la mayoría todavía no se atreve a hablar, y no conoce el panorama laboral del español. Al mismo tiempo, hoy en día, en China hay muchos estudiantes que tienen un alto nivel de educación, pero la capacidad de aplicarla al trabajo práctico es muy escasa.

 

Ahora hablo yo de nuevo, Alex, para decir que por supuesto me ha encantado el artículo, y pese a que la visión general es que los estudiantes no piensan por sí mismos y no tienen capacidad crítica, está claro que las nuevas generaciones en China tienen mucho que decir; solo hay que darles la herramienta para expresarlo. Estoy totalmente de acuerdo con estos estudiantes, y espero que cuando algún día esta generación llegue a formar parte de la nueva hornada de profesores apliquen el cuento e intenten cambiar ciertos aspectos de la educación en este país.

«El árbol más fuerte y frondoso vive de lo que tiene debajo».

Gracias por nada, WhatsApp

Hoy mismo, mejor dicho justo ahora, acabo de leer una noticia, una NOVEDAD NOVEDOSA, en El País; resulta que a partir de ahora WhatsApp incluye una opción para compartir tu ubicación con otra persona, muy útil, por ejemplo, a la hora de quedar con alguien y saber dónde se encuentra exactamente en tiempo real (que nos lo digan a los que conocemos la bulla de la Feria de Córdoba…). Se dice en el titular de la noticia que es una «opción polémica», como todo lo nuevo que llega a Occidente.

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Enlace a la noticia: https://cincodias.elpais.com/cincodias/2017/10/18/lifestyle/1508314788_553728.html?id_externo_rsoc=TW_CM

Resulta, como vemos, que en China llevamos años con esta opción incluida en Wechat, la app de mensajería que domina China, y que ofrece servicios de todo tipo como explicaremos a continuación.

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Tú a Xi’an y yo a Shenzhen.

De todos es sabido, sobre todo entre los españoles, que todo lo nuevo suele ser mirado con lupa, sobre todo si puede alterar un mínimo nuestro día a día. Es un aspecto intrínseco a nuestra cultura, y opuesto a lo que tiene lugar en las culturas asiáticas, especialmente la China. Esto tiene un nombre en sociología: «Evitación de la incertidumbre» (Uncertainty avoidance). Esta dimensión social tiene en cuenta, entre otros aspectos, la flexibilidad para adaptarse a las nuevas realidades y la capacidad de emprendimiento; si hay una sociedad llena de personas emprendedoras esa es la sociedad china. En España, sin embargo, se aboga más por la existencia de reglas y más reglas en cualquier ámbito de la sociedad; se busca una mayor estabilidad y el índice de emprendimiento es realmente bajo.

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Exactamente, la puntuación de 86 pertenece a España, un país con un alto índice de evitación de la incertidumbre. Por su parte, China obtiene un índice bastante bajo, de ahí que sea un país donde se apuesta más por el riesgo y donde la adaptación a nuevas realidades es mayor. La fuente de estos datos los tenéis en https://www.hofstede-insights.com/product/compare-countries/. Geert Hofstede es un conocido psicólogo social y antropólogo holandés.

Algunos ejemplos donde se reflejan estos índice pueden ser

– Alquiler de bicicletas. No me refiero con esto a los puestos fijos donde alquilar una bicicleta para luego dejarla en un puesto similar como los que hay en España, sino al alquiler LIBRE de bicicletas, las cuales se encuentran en cualquier punto de la ciudad y que puedes alquilar escaneando un simple código QR. Obviamente, cuando terminas de usarla puedes dejarla donde te plazca. Cuenta con un localizador GPS de bicicletas, pero en grandes ciudades las puedes encontrar prácticamente en cualquier parte.

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Esto se intentó empezar a implantar en ciudades como Manchester, siendo un auténtico desastre. Aquí un enlace a una noticia que habla sobre el tema: https://www.theguardian.com/commentisfree/2017/jul/16/manchesters-bike-share-scheme-isnt-working-because-people-dont-know-how-to-share

Creo que en España se está iniciando algo, pero conociéndonos no sé lo que durará. Por cierto, para conocer más sobre este sistema, recomiendo ver este vídeo de mi amigo Javier, de «El gato chino»: https://www.youtube.com/watch?v=A9C8z4nNtZM

– Pago con el móvil. Un servicio realmente extendido por todo China, que, sin embargo, está prácticamente ausente en España, pese a que algunos bancos están empezando a ofrecer este servicio, no sin reticencias por los nuevos clientes. Y es que, más que de las compañías, creo que la culpa es de los propios ciudadanos, que siempre (y me incluyo) vemos estas cosas como algo «peligroso» (¿enlazar mi tarjeta a mi móvil? ¡Ni loco!). Realmente si alguien me robara ahora el móvil no supondría gran problema, ya que se necesita un código de 6 cifras para pagar en la mayoría de los sitios, si bien es verdad que a veces es posible pagar solo enseñando tu código QR (pero bueno, tan fácil como cancelar tu tarjeta o bloquear tu móvil, será por soluciones…).

Wechat, por ejemplo, el servicio de mensajería homónimo que domina China, ofrece servicios como transferencia de dinero al instante a otros usuarios, compra de entradas de cine, compra de billetes de tren, reservas en restaurantes, reservar taxi…

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Así pues, me sigue haciendo gracia leer noticias «bomba» en España y en Europa en general sobre prácticas que se llevan haciendo años en China. Sí, ese país que para muchos es retrógrado y atrasado, pero que va camino de superarnos en muchos aspectos (de hecho ya nos superan en más que nosotros a ellos).

«No se puede caminar contemplando las estrellas cuando se tiene una piedra en el zapato».

Dapeng, un acercamiento a las playas chinas

Si algo bueno tiene vivir en el extremo sur de China, entre otras cosas, es el «disfrutar» (depende de cómo se mire) de un clima tropical que hace que el verano se prolongue hasta, según me han dicho, noviembre o incluso diciembre, con un ínfimo invierno que deja paso a una primavera – verano que antecede a un nuevo verano.

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El tiempo para los próximos 3 días en Shenzhen.

Este calorcito va acompañado de un alto grado de humedad, lo que dificulta, por ejemplo, realizar actividades al aire libre como correr (a los 30 minutos mi cuerpo no puede sudar más), y hace que corras el peligro de volver a casa empapado de sudor si te da por ir a pasear más de 1 hora, por ejemplo. Pero a todo se acostumbra uno, y a decir verdad prefiero este tiempo que el frío de Xi’an, donde a partir de noviembre ya es probable encontrar nieve. Además, el índice de contaminación es mucho menor aquí que en el norte de China. Por otro lado, también ayuda el venir de Córdoba y de esos veranos con 45 grados a la sombra.

Este clima hace que no sea extraño que en pleno mes de octubre puedas ir a pasar un fin de semana a la playa, como he hecho con mi pareja estos días. Queríamos probar qué tal están las playas de Shenzhen, y decidimos aventurarnos y pasar un par de días en Dapeng, un pequeño pueblo costero situado a unos 60 km al este del centro de la ciudad. Es una de las playas más cercanas a la ciudad; aunque Shenzhen tiene costa, la parte que corresponde al núcleo urbano se destina sobre todo a su bonito paseo marítimo.

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Al fondo el «skyline» de Shenzhen.

En cuanto a Dapeng, también le da nombre a la península donde se sitúa el pueblo y sus playas. Nosotros fuimos concretamente a la zona noreste de la península:

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Dos características muy chinas: paraguas para protegerse del sol y flotadores por doquier.

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El agua no estaba fría (requisito indispensable para mí) y no había gente en exceso teniendo en cuenta que fuimos en plenas vacaciones del Día Nacional. Nosotros nos alojamos en el pueblo donde se sitúa la playa, que posee bastante encanto, pero quizás los precios sean algo excesivos, lo que es de entender vista la cantidad de turistas que suele frecuentar este lugar. Por ejemplo, nosotros pudimos degustar un sabrosísimo y enorme cangrejo, pero el precio me lo guardo para mí:

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Cambiando de tema, no sé de dónde salen fotos como esta, que tanto circulan por las redes y por los típicos programas «de humor» de España:

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Tengo que deciros que no sé cuánto de verdad hay en esa foto, no sé si ese día había algún tipo de evento especial (los chinos son muy dados a ir en masa cuando regalan algo, por ejemplo), a saber, pero no es lo normal, y eso que nosotros fuimos en plenas vacaciones del Día Nacional.

Me han comentado, por otra parte, que existen playas verdaderamente paradisíacas en China, como las localizad en la isla de Hainan:

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Espero ir pronto por allí, que lo tengo a apenas 2 horas en avión (lo que en China es nada).

«No puedes guiar el viento, pero puedes cambiar la dirección de tus velas».

Shenzhen, ciudad vertical

Si hay algo que te llama la atención de una ciudad como Shenzhen es la gran cantidad de rascacielos que dominan el cielo y el horizonte de esta ciudad.

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Este hecho no es de extrañar si tenemos en cuenta que Shenzhen es la ciudad del mundo donde más rascacielos de más de 200 metros se construyeron en 2016, y la cifra sigue en aumento de acuerdo a la cantidad de grúas y construcciones que se ven por toda la ciudad.

En el primer gráfico, se muestra el número total de edificios de más de 200 metros de altura construidos en el año 2016 en 11 países. En el segundo gráfico, se muestra el número total de edificios de más de 200 metros cuadrados completados en el año 2016 en 16 ciudades del mundo.

En el primer gráfico vemos cómo China domina con mucha ventaja la construcción de rascacielos en el mundo. En el segundo, apreciamos a Shenzhen como la ciudad del mundo donde construcciones de este tipo se están desarrollando. Es curioso observar como la mayoría de ciudades de este ranking son chinas.

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Avenidas salidas de la nada y grúas, muchas grúas.

Un claro ejemplo de la majestuosidad y el protagonismo de estos edificios en China es el edificio de la compañía de seguro Ping An, con sede en Shenzhen, y qué sede; con 599 metros de altura es el cuarto edificio más alto del mundo.

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Por otro lado, justo en este momento se está terminando otro pepinaco cerca del paseo marítimo, perteneciente al holding China Resources, que se espera que tenga 392 metros.

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Se espera que quede así una vez finalizado:

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Y el ritmo no para. Shenzhen, con el PIB más alto de todo China, quiere demostrarle al mundo lo que vale a base de ladrillo. Creo que ya lo ha conseguido, pero si algo me está enseñando el pueblo chino es que no se conforman con ganar, sino que quieren hacer historia.

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Vista de «Cocopark», una conocida zona de fiesta. El grandote es el mencionado edificio de Ping An.

Es cierto que este desarrollo viene de hace apenas 20 años, y que es cuestionable el alma que tiene la ciudad al no haber apenas gente local como tal (solo segundas generaciones)  y no contar con un gran legado histórico, pero hoy en día la historia se forja así y es indudable que Shenzhen, a su manera, la está haciendo, al ayudar a convertir China en un referente económico mundial.

«Las grandes almas tienen voluntades; las débiles tan solo deseos.»

El lado «hipster» de Shenzhen

Al salir del metro me reciben, como siempre, un puñado de bicicletas de alquiler aparcadas medianamente ordenadas (al menos más de lo que lo estarían en Xi’an). Esas bicis que en ciudades como Madrid o Barcelona están siendo miradas con lupa por el caos y el desorden que podrían crear, y que en China es una solución de lo más normal. Lo que vuelve a demostrar que por muy hermético y muy controlado que esté en algunos aspectos, China es un país más abierto a los cambios (ojo, no lo digo yo, lo dice Geert Hofstede, un afamado psicólogo social).

Pero ese no es el tema; hoy vengo a seguir hablando de Shenzhen, esa ciudad china que me está enamorando precisamente por no ser tan china.

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Esta tarde he querido pasarme por una zona medio «hipster» cuya visita me recomendaron. Nada más llegar me llama la atención este Starbucks mimetizado con el ambiente.

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La calle da paso a una especie de galería de arte, y los típicos modernitos con cámara en mano, en un entorno que haría las delicias de cualquier «instagramer influencer».

Algunos bares invitan al «brunch», en una pared se anuncia una llamativa exposición, y hay cierto aroma a café procedente de algunas cafeterías al más puro estilo occidental. Por un momento no me siento en China, pero tampoco en Occidente, pero sé que es un lugar en el que me gusta estar.

Por otro lado, algunos ven en esta reutilización de una antigua zona industrial un fenómeno negativo que infla los precios y que obliga a los inquilinos originales a cambiar de vivienda. Esta transformación de antiguas áreas en locales de diseño, arte, fotografía… Conocido como gentrificación, vigoriza y revitaliza la economía, y para los que vienen de fuera como yo es un placer, pero en ciudades como Pekín está suponiendo un auténtico drama para muchos ciudadanos locales.

Por cierto, aprovecho para decir que se está produciendo en mí una especie de fenómeno que hace que haya perdido un poco mi sitio. No lo veo como algo negativo, sino más bien como una sensación que me hace citar a Lorca y su «pero yo ya no soy yo, ni esta casa es ya mi casa». Es decir, cada vez me siento menos «yo» en mi casa, en Córdoba, y cada vez me siento más de aquí o de allá, de ese «no lugar», en contraposición a ese lugar que guarda tu memoria. Un espacio que no puede definirse ni como espacio de identidad, ni histórico, una especie de «espacio anónimo», pero un espacio que me encanta, por otra parte.

«Jamás busques la respuesta en los lugares que no existen».

 

El califa se muda a Shenzhen: de la tradición a la modernidad

Vuelvo al blog después de un largo periodo, debido principalmente al cambio de ciudad que he experimentado estos días. Resulta que me concedieron la beca de Lectorado, consistente en realizar mi trabajo como profesor de español en una universidad extranjera, en este caso otra universidad china. La diferencia con los dos años y medio anteriores que he estado en Xi’an es que ahora trabajo en representación de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, perteneciente al Ministerio de Asuntos Exteriores, la cual me ha «destinado» al Instituto Politécnico de Shenzhen.

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Mola esto de tener un pabellón en exclusiva para el bádminton. Por cierto, eso de «Shenzhen 2011» es de cuando se celebró aquí la Universiada ese mismo año.

A diferencia de la universidad en la que estaba antes, centrada en la Filología y la Traducción, en esta se dan carreras más técnicas; concretamente, mi departamento se dedica al grado de Español Comercial. Aunque, a decir verdad, yo voy a dar asignaturas de carácter más lingüístico, como Comprensión y expresión escritas o Comprensión lectora.

A primera vista, Shenzhen se ve una ciudad más moderna que Xi’an; con una red de metro compuesta de hasta 11 líneas, por las 3 con las que cuenta Xi’an actualmente, Shenzhen está bastante mejor conectada que Xi’an. Además, la veo más organizada a nivel de infraestructuras. Por otro lado, lo poco que he visto de la ciudad me ha dado una imagen de ciudad moderna, ese modelo de ciudad con el que soñó Deng Xiaoping.

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Le da un aire a Central Park, ¿no?
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Aquí el tito Deng, uno de los artífices del milagro chino

No es casualidad que fuese aquí donde se abriese el primer Mcdonald’s, allá por 1990, y es que Shenzhen fue la gran apuesta del gobierno chino para acometer la modernización del país que continúa hoy en día. En los años 80, poco después de la llegada al poder de Deng Xiaoping (en 1978), Shenzhen empezó a transformarse poco a poco en una gran megalópolis; se convirtió en una de las primeras zonas económicas especiales que se abrió a la inversión extranjera. Hoy en día Shenzhen es la ciudad más rica de la China continental, por detrás de las regiones administrativas especiales de Hong Kong y Macao.

A diferencia de Xi’an, donde parece que no pasa el tiempo, Shenzhen es una ciudad en constante crecimiento. Por otro lado, mientras que en Xi’an se respira historia y tradición en cada uno de sus rincones, como he contado en más de una ocasión en este blog, en Shenzhen todo es nuevo prácticamente. Así pues, he experimentando un cambio brutal de aires tanto geográfico, ya que Shenzhen se encuentra a más de 1500km al sur de Xi’an, como climatológico, con un clima tropical que contrasta con las estaciones bien definidas de Xi’an. Asimismo, Shenzhen cuenta con una polución notablemente inferior a la de Xi’an.

Y, por supuesto, el aspecto laboral también ha cambiado, considerablemente para mejor, tanto a nivel de calidad del centro como económico. Sinceramente esta ha sido la razón principal para cambiar de aires.

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Mi despacho, desde aquí os escribiré de vez en cuando.

Aunque no todo es positivo; mi pareja sigue en Xi’an, pero ya nos estamos moviendo para que pueda estar aquí lo antes posible. Es una pena que tengamos que estar al menos algunos meses viéndonos unas dos veces al mes, pero como bien dice este proverbio…

«El dragón inmóvil en las aguas profundas se convierte en presa de los cangrejos.»

Ascenso al Monte Taibai y un par de días en Baoji (Shaanxi)

Escalo el pico Taibai por su ladera oeste.

Alcanzo la cumbre al caer el crepúsculo.

La Estrella de la Mañana habla conmigo

y me abre la puerta del cielo.

Gustoso, cabalgo el viento frío,

emerjo por entre las nubes ondulantes,

levanto la mano, toco la luna

y paseo por encima de todas las montañas.

Ahora que he abandonado Wugong,

¿cuándo podré retornar?

Este poema chino anuncia una de mis experiencias del viaje que tuve la oportunidad de realizar el finde pasado por Baoji, a apenas una hora en tren rápido al oeste de Xi’an, sin salir de la provincia de Shaanxi.

太白(Taibai), se traduce en este poema como “Estrella de la Mañana”, como “lucero del alba”, y literalmente se traduciría como el planeta Venus. Situado en el condado de Wugong, a pocos kilómetros al este de Baoji y al oeste de Xi’an, el Monte Taibai, con sus imponentes 3767 metros, es el pico más alto de la provincia y también el más alto de la cordillera Qinling, que separa el norte del sur de China. Esta separación entre norte y sur es muy popular en China, principalmente por hechos como la instalación de la calefacción en las casas, obligatorio en el norte, no ocurriendo lo mismo en el sur. Es un dato curioso si tenemos en cuenta que pocos kilómetros al sur de Xi’an la calefacción deja de ser de obligatoria instalación por el gobierno chino, cuando hace prácticamente el mismo frío en invierno. Pero los que conozcáis China ya sabéis cómo son las cosas aquí: o blanco o negro, no hay gris, lo que no es de extrañar en un país tan poblado y donde se hace tan difícil en ocasiones legislar.

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Xi’an está en el norte, así que jaque mate frío.

Volviendo al tema que nos atañe, empezaré con unas breves indicaciones para llegar. Si vamos desde Xi’an, que es la ciudad principal más cercana, lo ideal es ir en autobús directamente desde aquí. Me han comentado que se  pueden tomar desde la estación de tren de Xi’an, en el mismo lugar en el que se toman para ir a los Guerreros de Terracota; yo tuve la suerte de ir en el coche del padre de uno de mis alumnos, junto a su hermano pequeño y dos alumnas más que se apuntaron por sorpresa, por eso digo eso de “me han comentado”. En mi caso fuimos desde Baoji, que era donde me encontraba originalmente de visita.

La excursión comienza en la base principal al pie de la montaña, desde donde se toma un autobús que te lleva a otra de las bases, donde comienza la visita. Desde aquí se toma otro autobús hasta otro punto de visita, donde puedes seguir disfrutando del entorno y aprovechar para seguir tomando fotos.

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De aquí llegamos al punto de partida del teleférico hacia la cima. Según me ha comentado mi alumno, se trata de uno de los más largos de Asia y uno de los primeros en construirse en toda Asia. No he tenido tiempo de contrastar esta información, así que espero que no sea como lo que se comenta sobre que la agricultura se inventó en China, como otras tantas cosas; existen muchas creencias populares en China sobre el origen de decenas de inventos, las cuales remiten siempre al mismo lugar: China. Tratándose de la fábrica del mundo… ¿Quién sabe?

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Lo que no me cabe duda de que se inventó en China fue el desorbitado precio para todas las atracciones turísticas; desde Huashan (link) no había visto nada igual. Hablaré en euros: 20€ la entrada al recinto donde se sitúa la montaña y 30€ el teleférico ida y vuelta, que más los gastos tontos de comida y tal hacen que el día no salga muy barato. Eso sí, todo se me olvidó cuando me encontré con esto.

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Izquierda tienes calefacción, derecha compras radiador.

Otra de las atracciones de Baoji, aunque más que otra yo diría una de las principales, es el museo del bronce, el más grande del mundo en lo que se refiere a piezas de bronce. El museo alberga centenares de objetos de bronce, la gran mayoría destinados a la cocina y a la conservación del vino, aunque nos encontramos también con representaciones de animales e incluso juguetes para niños. Todos estos objetos cuentan con una antigüedad de alrededor de 3000 años, lo que hace de estas piezas algo único.

Así, el par de días que pasé en Baoji se resume en estos dos lugares. Por falta de tiempo me dejé por visitar otros enclaves que no pillaban demasiado lejos, como la Dehesa de Guanshan o el Templo Famen, pero tratándose de China, un país donde una provincia como Shaanxi tiene una extensión que abarca prácticamente la mitad de España y donde «cerca» o «lejos» adquieren un nuevo significado, el verlo todo se convierte en una ardua tarea.

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«Es mejor volverse atrás que perderse en el camino”.