El lado «hipster» de Shenzhen

Al salir del metro me reciben, como siempre, un puñado de bicicletas de alquiler aparcadas medianamente ordenadas (al menos más de lo que lo estarían en Xi’an). Esas bicis que en ciudades como Madrid o Barcelona están siendo miradas con lupa por el caos y el desorden que podrían crear, y que en China es una solución de lo más normal. Lo que vuelve a demostrar que por muy hermético y muy controlado que esté en algunos aspectos, China es un país más abierto a los cambios (ojo, no lo digo yo, lo dice Geert Hofstede, un afamado psicólogo social).

Pero ese no es el tema; hoy vengo a seguir hablando de Shenzhen, esa ciudad china que me está enamorando precisamente por no ser tan china.

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Esta tarde he querido pasarme por una zona medio «hipster» cuya visita me recomendaron. Nada más llegar me llama la atención este Starbucks mimetizado con el ambiente.

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La calle da paso a una especie de galería de arte, y los típicos modernitos con cámara en mano, en un entorno que haría las delicias de cualquier «instagramer influencer».

Algunos bares invitan al «brunch», en una pared se anuncia una llamativa exposición, y hay cierto aroma a café procedente de algunas cafeterías al más puro estilo occidental. Por un momento no me siento en China, pero tampoco en Occidente, pero sé que es un lugar en el que me gusta estar.

Por otro lado, algunos ven en esta reutilización de una antigua zona industrial un fenómeno negativo que infla los precios y que obliga a los inquilinos originales a cambiar de vivienda. Esta transformación de antiguas áreas en locales de diseño, arte, fotografía… Conocido como gentrificación, vigoriza y revitaliza la economía, y para los que vienen de fuera como yo es un placer, pero en ciudades como Pekín está suponiendo un auténtico drama para muchos ciudadanos locales.

Por cierto, aprovecho para decir que se está produciendo en mí una especie de fenómeno que hace que haya perdido un poco mi sitio. No lo veo como algo negativo, sino más bien como una sensación que me hace citar a Lorca y su «pero yo ya no soy yo, ni esta casa es ya mi casa». Es decir, cada vez me siento menos «yo» en mi casa, en Córdoba, y cada vez me siento más de aquí o de allá, de ese «no lugar», en contraposición a ese lugar que guarda tu memoria. Un espacio que no puede definirse ni como espacio de identidad, ni histórico, una especie de «espacio anónimo», pero un espacio que me encanta, por otra parte.

«Jamás busques la respuesta en los lugares que no existen».

 

El califa se muda a Shenzhen: de la tradición a la modernidad

Vuelvo al blog después de un largo periodo, debido principalmente al cambio de ciudad que he experimentado estos días. Resulta que me concedieron la beca de Lectorado, consistente en realizar mi trabajo como profesor de español en una universidad extranjera, en este caso otra universidad china. La diferencia con los dos años y medio anteriores que he estado en Xi’an es que ahora trabajo en representación de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo, perteneciente al Ministerio de Asuntos Exteriores, la cual me ha «destinado» al Instituto Politécnico de Shenzhen.

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Mola esto de tener un pabellón en exclusiva para el bádminton. Por cierto, eso de «Shenzhen 2011» es de cuando se celebró aquí la Universiada ese mismo año.

A diferencia de la universidad en la que estaba antes, centrada en la Filología y la Traducción, en esta se dan carreras más técnicas; concretamente, mi departamento se dedica al grado de Español Comercial. Aunque, a decir verdad, yo voy a dar asignaturas de carácter más lingüístico, como Comprensión y expresión escritas o Comprensión lectora.

A primera vista, Shenzhen se ve una ciudad más moderna que Xi’an; con una red de metro compuesta de hasta 11 líneas, por las 3 con las que cuenta Xi’an actualmente, Shenzhen está bastante mejor conectada que Xi’an. Además, la veo más organizada a nivel de infraestructuras. Por otro lado, lo poco que he visto de la ciudad me ha dado una imagen de ciudad moderna, ese modelo de ciudad con el que soñó Deng Xiaoping.

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Le da un aire a Central Park, ¿no?
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Aquí el tito Deng, uno de los artífices del milagro chino

No es casualidad que fuese aquí donde se abriese el primer Mcdonald’s, allá por 1990, y es que Shenzhen fue la gran apuesta del gobierno chino para acometer la modernización del país que continúa hoy en día. En los años 80, poco después de la llegada al poder de Deng Xiaoping (en 1978), Shenzhen empezó a transformarse poco a poco en una gran megalópolis; se convirtió en una de las primeras zonas económicas especiales que se abrió a la inversión extranjera. Hoy en día Shenzhen es la ciudad más rica de la China continental, por detrás de las regiones administrativas especiales de Hong Kong y Macao.

A diferencia de Xi’an, donde parece que no pasa el tiempo, Shenzhen es una ciudad en constante crecimiento. Por otro lado, mientras que en Xi’an se respira historia y tradición en cada uno de sus rincones, como he contado en más de una ocasión en este blog, en Shenzhen todo es nuevo prácticamente. Así pues, he experimentando un cambio brutal de aires tanto geográfico, ya que Shenzhen se encuentra a más de 1500km al sur de Xi’an, como climatológico, con un clima tropical que contrasta con las estaciones bien definidas de Xi’an. Asimismo, Shenzhen cuenta con una polución notablemente inferior a la de Xi’an.

Y, por supuesto, el aspecto laboral también ha cambiado, considerablemente para mejor, tanto a nivel de calidad del centro como económico. Sinceramente esta ha sido la razón principal para cambiar de aires.

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Mi despacho, desde aquí os escribiré de vez en cuando.

Aunque no todo es positivo; mi pareja sigue en Xi’an, pero ya nos estamos moviendo para que pueda estar aquí lo antes posible. Es una pena que tengamos que estar al menos algunos meses viéndonos unas dos veces al mes, pero como bien dice este proverbio…

«El dragón inmóvil en las aguas profundas se convierte en presa de los cangrejos.»