2 años en China, cómo hemos cambiado

Después de mucho bregar con el servidor de WordPress para poder publicar de nuevo en el blog aquí estoy de nuevo, casi 2 años después desde que empezara mi particular aventura en el gigante asiático. 2 años en China cambian a cualquiera, y yo no iba a ser menos, máxime si tenemos en cuenta que esta es mi primera experiencia trabajando en el extranjero.

¿Qué ha cambiado en mí y en mi visión de China desde mis primeras semanas? Echando la vista atrás, concretamente a mi fase de «luna de miel», esa etapa en la que todo te parece muy bonito y por la que pasan la mayoría de extranjeros en China, me doy cuenta de que si lo comparo con mi visión actual no todo es de color de rosa, pero si cambias un poco el chip y te lo tomas con filosofía China también puede ser un buen lugar para vivir, pese a no verme aquí para siempre ni mucho menos (o eso pienso ahora).

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大雁塔 (La Gran Pagoda del Ganso Salvaje, Xi’an).

Llegué a china recién entrada la primavera de 2015, a comienzos de una de las mejores estaciones para vivir en el centro – norte de China: contaminación más baja, buen clima, más ambiente en la calle… El tigre no parecía tan fiero como me lo habían pintado, y a eso se mezcló que venía de estar prácticamente parado en España y con muchas ganas de sacarle partido al máster que acababa de terminar. Con la llegada del invierno mi visión en este aspecto cambió, y lo que antes eran cielos más o menos azules se convirtió en un día y otro también de cielos grises y esa denominada «niebla tóxica», especialmente tóxica por estas latitudes de China, lo que da un giro de 180º al confort del que venías disfrutando meses atrás. Del verano de Xi’an ni hablamos, pero bueno, viniendo de los 45ºC a la sombra de Córdoba no era algo que me pillara por sorpresa. Pese a todo, y como decía antes, puedes acostumbrarte (además de comprarte algunas mascarillas) y convivir con ello.

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No son tan incómodas como parecen, y vienen muy bien para cuando alguien se tira un pedete en el metro.

Partículas dañinas aparte, lo que antes considerabas un pueblo amigo puede llegar a convertirse por momentos en tu peor enemigo. Lo que antes eran risas, fotos y amabilidad se torna en empujones en el bus, empujones en el metro y coches y gente, gente y coches, un caos que se va acumulando no solo en tus ojos, en tu cuerpo, sino también en tu mente, y si no lo controlas puede apoderarse peligrosamente de ti. En este punto no queda más remedio que filosofía y más filosofía; China no es España, de eso te das cuenta pronto, y no vas a poder hacer nada por cambiarlo. Tú solo eres uno más, y mucho más en China; para empezar ni siquiera eres chino, así que no vas a conseguir nada quejándote y poniendo mala cara si alguien entra fumando al ascensor. Acéptalo, China es así, y si no puedes con el enemigo únete a él y aprende a convivir con la mayor armonía posible.

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¿Te quejas de que en tu gimnasio tienes que esperar a que alguien acabe su ejercicio? Imagina esperar a que alguien acabe su siesta.

Pero no todo iba a ser negativo, la comida china me sigue flipando y tras dos años aquí todavía sigo descubriendo nuevos sabores. Por otro lado está el tema laboral y académico; China me da la oportunidad de trabajar con buenas condiciones y pudiendo continuar mi doctorado al mismo tiempo que sigo aprendiendo chino, el idioma del futuro como dicen (hace poco me saqué el certificado de chino HSK3, algo así como el «B1», hablaré de ello en otra entrada), por lo que en esta parte de la película no hay queja alguna. Además, China es un país en el que puedes evolucionar en el terreno laboral con algo de suerte y moviéndote adecuadamente, y ya estoy mirando diferentes programas para seguir trabajando aquí con todavía mejores condiciones, no sé si en Xi’an o en otra zona de China, pero seguirá siendo China al menos a corto plazo; por ahora no puedo decir nada más que «seguiremos informando». De momento lo que sí es seguro es que seguiré viajando y conociendo este rinconcito del mundo llamado Asia. Además de los ya conocidos viajes por China repartidos por este blog, este verano tocó Malasia, Singapur y parte de Indonesia, un viaje del cual todavía no he acabado la crónica, algo que espero hacer ahora que he retomado la actividad en el blog.

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Esa suerte que he mencionado en el párrafo anterior es la que me llevó aquí, gracias a esa oferta que de casualidad llegó a manos de mi hermano y que vino a parar a mí, un joven recién posgraduado con muchas ganas de trabajar de lo suyo. Y aquí sigo, haciéndome, no sé si mejor persona, pero sí una persona mucho más preparada ante nuevos retos. Y es que China, para bien o para mal, te curte sobremanera, y después de aquí te pueden poner lo que quieras delante que te lo vas a comer, al igual que China te come, te mastica, y te escupe.

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«El agua hace flotar el barco, pero también puede hundirlo».

PD: aprovecho para hacer un poco de promoción y hablar del «crowdfunding» que ha comenzado mi hermano para poder publicar su primer libro (digo primero porque seguro que habrá más). Este libro, titulado «Con estos ojos,» con prólogo del menda, es una crónica de la vida en el extranjero que mi hermano empezó hace más de diez años y que continúa en China. Una obra que puede servir de inspiración para todos aquellos que no se atreven a (o no quieren) salir de su zona de confort, perdiéndose así un modo de vida donde no todo es positivo, eso sí, pero puede hacer de ti una persona de la que sentirte orgullosa.

Enlace al libro

Entre «Messis» y Jacintas

Esta entrada la quiero dedicar a mi entorno laboral; si en la siguiente entrada me centré en el campus en sí, ahora quiero presentar en qué consiste mi trabajo.

Con un total de 200 alumnos divididos en 7 grupos (3 de Primero y 4 de Segundo), imparto la asignatura de “Español oral”, en la que los alumnos aprenden y mejoran su expresión oral y su comprensión auditiva, todo ello acompañadas de las pertinentes explicaciones gramaticales, pero siempre aplicadas a contextos comunicativos. Esa es la asignatura para este semestre; para el siguiente, después de verano, está previsto que dé otras asignaturas, así que como toma de contacto con el alumnado chino está genial, ya que así puedo ir viendo de qué pie cojean, por así decirlo. Doy un total de 8 clases semanales de 1h30’ cada una, es decir, una carga lectiva bastante suave, que me permite tener bastante tiempo libre, al menos este semestre, por lo que aprovecho para mejorar mi chino, entre otros menesteres.

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De estas 8 clases una corresponde a la hora de tutorías, en la que estoy en el departamento preparado ante posibles consultas de los alumnos. El departamento está bastante bien, ya que tengo mi propio escritorio, siempre hay termos de agua caliente para el café y el entorno es bastante agradable para trabajar, por lo que a veces vengo aquí a preparar las clases, en lugar de llevarme el trabajo a casa. Además, la conexión aquí va mejor que en mi casa, por lo que también aprovecho para descargar series y películas en un segundo plano.

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Ahí faltaba mi escritorio.
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Hasta silloncitos para tomar el café antes de ir a clase.

En cuanto al alumnado, es de lo más positivo de mi trabajo; son chavales de entre 19 y 20 años muy risueños y trabajadores, que ayudan para que me guste este trabajo aún más si cabe. Como llamarlos por el nombre chino sería una locura, cada uno se ha rebautizado a sí mismo con un nombre español. La mayoría de los nombres son comunes, como Manolo e Isabel (con los que me acuerdo de mis padres), pero hay otros bastante curiosos, por decirlo de algún modo, como Benita, Jacinta (más que curiosos, «tradicionales») o incluso Messi o Melón. El motivo para ponerse esos nombres puede ser cualquiera, por lo que no he querido indagar mucho sobre el motivo, aunque si tienen pensado ir a España habrá alguno que otro que habrá que proponer cambiar.

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Adorables.

Otro dato curioso es que, sin ánimo de ser creído (y que mi novia me perdone), las chicas no paran de piropearme con sus “shuai, shuai” (guapo), y es que al parecer eso es lo que piensan. No creo que sea solo por mí, sino porque el prototipo latino les parecerá atractivo en general. Sea como sea, la verdad es que animan la mañana a cualquiera. Me choca un poco esta cercanía entre el profesor y el alumnado; aparte de los piropos, casi todos los alumnos me han agregado ya al Wechat, algo así como el Whatsapp chino, y algunos ya me han dicho que vaya a jugar al fútbol con ellos, así que habrá que parece que pronto estrenaré la camiseta del Córdoba. Por mi parte, si esto es lo normal aquí, no hay problema, ya que lo importante es que sigan siendo igual de trabajadores y de encantadores en clase.

Facebook
Nada más que por entender mi letra merecen todo mi aprecio.

Este fin de semana, como ya avancé, ha estado mi hermano de visita por Xi’an, así que tocará hablar de la ciudad en la próxima entrada. Aquí va un adelanto:

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Zài jiàn!